top of page
Buscar

Una vida con dolor.

  • Foto del escritor: Ricardo Calavera
    Ricardo Calavera
  • 21 feb 2018
  • 4 Min. de lectura

Ayer me dieron el diagnóstico: Escoliosis. Es una enfermedad degenerativa, irreversible y en algunos casos, como lo es el mío, inoperable.



Hasta el día de hoy llevo 4 años con dolor, vivo con él, duermo con él, comparte la cama conmigo, incluso es mi compañero en el trabajo, la universidad y nos follamos a las mismas chicas. Somos buenos amigos, 4 años en una relación en donde hasta nos hemos tomado unos tragos. 4 años con el dolor se dicen fácil, pero no lo son.

Al principio eran dolores leves, casi molestias. No les preste atención, pasados los años y por el ritmo de vida acelerado que llevo, entre viajes, escuela y trabajo pensé que era debido al estrés.

Tras varios estudios resulta que tengo una enfermedad congénita, irreversible y no soy candidato a operación. Debo tratarme durante toda la vida con medicamento para el dolor y solo debe ser por temporadas para no envenenar mi hígado y mis riñones. A eso le tengo que sumar que mi columna al ser aplastada y deformada progresivamente, también aplasta nervios que me provocan espasmos involuntarios en los músculos del brazo, ojo y pierna izquierda, y el pulmón izquierdo sufre presión, causándome dificultad para respirar.

Yo ya sentía todo esto antes del diagnóstico, pero no me sentí tan mal hasta que supe que tendría que lidiar con esto todo lo que me resta de vida y que no hay marcha atrás.

Hoy, al levantarme de la cama me sentía de hierro, o hecho un plomo. No era por la enfermedad, eran mis ánimos, y por unos minutos me quede recostado sobre mi cama, totalmente solo cerrando los ojos y recordando el mito de Sisifo, quien fue castigado a llevar una pesada piedra montaña arriba sin sentido y por el resto de sus días debido a que quiso burlar a la muerte.



Me duele tormentosamente por dentro y por fuera, me pongo a pensar que soy como Sisifo, sufriendo por el resto de mis días. Aunque no hay diferencia en mi condición ente cuando no sabía y ahora que lo sé. De nuevo mi espalda esta contracturada y los músculos se hacen como nudos que me provocan no querer salir.

Quiero citar a uno de mis filósofos preferidos: “Ya sabía que era posible estar desesperado, pero ignoraba el significado de esta palabra. Creía, como todo el mundo que era una enfermedad del alma. Pero no, el cuerpo es el que sufre” - Albert Camus

¿Ya no podre tener el cuerpo que siempre soñé? Ya llevo 6 meses en el gym, y a pesar de que el progreso va a buen ritmo tengo prohibido cargar peso sobre mis hombros una vez más a menos que quiera que esto empeore más rápido. Yo pienso que el destino me puso una barrera física porque sabe que mi voluntad no tiene límites, y la verdad es que seguiré ejercitándome, pero ahora buscare otras maneras.

El dolor no me deja pensar muy claro pero si algo sé es que solo los débiles de espíritu se rinden. Me conozco, quiero entender que esto es una bendición. Que debo de aprender a mirar a la vida con otros ojos: solo quien ha sufrido puede entender al que sufre.


Aun puedo caminar, correr, nadar, tal vez mi postura no es la mejor, y mi estatura en los últimos 4 años se redujo 4 cm de todos modos yo media 1.80 y ahora 1.76. Para mis amigos soy un duro y para el doctor soy un blando, que ni siquiera es capaz de llorar con una noticia tan fuerte.


Pero yo sé quién soy: decido ver al dolor como una bendición, como un regalo del universo para experimentar empatía y no dejarme dominar por el ego, para trascender mis fortalezas y debilidades. Al igual que tú, yo tampoco sé a qué vine a la vida, soy un pedazo de universo, de materia, con la asombrosa capacidad de sentir dolor, pero también placer, tengo miedo, pero también se lo que es el amor.

Y mientras haya vida, yo creo que hay esperanza, tal vez perdí una parte de mi vida por no poder disfrutarla al 100% pero al igual que Sisifo todo no es, ni ha sido agotado, haré del destino un asunto humano, que debe ser arreglado entre los hombres.

Mi destino me pertenece, mi dolor es mi cosa, como de Sisifo es la roca. De este mismo modo yo hombre absurdo cuando contemplo mi tormento hago callar a todos. En el universo vuelto de proto a su silencio, se alzan las mil vocecitas inconscientes de la tierra, llamamientos inconscientes y secretos, imitaciones de todos los rostros constituyen el reverso necesario y el premio de la victoria.

No hay sol sin sombra y es necesario conocer la noche. El hombre absurdo dice que sí y su esfuerzo no terminara nunca, si hay un destino personal, no hay un destino superior o por lo menos no hay más que uno que juzga fatal y despreciable, por lo demás sé que soy dueño de mis días en ese instante sutil en el que vuelvo sobre mi vida como Sisisfo vuelve sobre su roca y en ese ligero giro, observo la serie de actos desvinculados que se convierten en mi destino: creado por mí, unido bajo la mirada de mi memoria y pronto sellado por mi muerte.



Así el ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin esta siempre en marcha, la roca sigue rodando, ya dejo a Sisifo al pie de la montaña, se vuelve a encontrar siempre su carga pero Sisifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta la roca.

Él como yo juzga que todo esta bien, este universo en adelante sin amo, no parece estéril ni fútil, cada uno de los gramos de esta piedra, cada uno de los días de esta vida, cada trozo mineral de esta montaña llena de oscuridad, forman por sí solo un mundo, el esfuerzo mismo para llegar a la cima basta para llenar mi corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sisifo dichoso.

Y antes de levantar al plomo que es mi cuerpo de su cama, ya no solo tengo una curva en mi espalda, sino también en mi rostro, la curva del que sabe que es dueño de su destino.

 
 
 

Comments


© 2023 por TuCamino. Creado con Wix.com

  • Facebook Black Round
  • Google+ - Black Circle
  • Tumblr Black Round
bottom of page